Es habitual en el ser humano
tener la costumbre de acostumbrarse.
Creemos que pensamos. Aparentemente, no hacemos otra cosa. Pero apenas utilizamos todo el potencial de nuestro cerebro. Ese potencial no se limita por ese mito del 15%, el cerebro siempre funciona de forma completa. El potencial lo limita el hábito, la costumbre. El pensamiento que sigue el mismo recorrido de neuronas, día tras días, haciendo la sinapsis cada vez más fuerte. Hasta que llega el momento, en que de tanto pensar lo mismo, nos lo creemos.
Y así vivimos, de creencias. No tengo que pensar en como funciona el grifo para creer que cuando active su mecanismo va a salir agua. Creo firmemente en el grifo, creo en que el agua saldrá inevitablemente por él. Y menos mal. No podemos vivir pensándolo todo cada vez que lo hacemos, pero tampoco sobreviviremos mucho a base de creencias exclusivamente.
Lo mas peligroso de las creencias es que estamos tan convencidos de las mismas que parece que no hay nada más allá. Hoy traigo unos ejemplos de diseño industrial que demuestran que siempre se puede pensar un poco más allá. Como el grifo que evita pérdidas de agua, que necesita ser cerrado para poder recargarse, o la silla para abrazarse, o la bicicleta sin radios ni cadenas.
Siempre se puede pensar mejor. Entonces, siempre se puede hacer mejor. Los límites están ahí, desafiándonos para que los superemos. Pero la superación de cualquier limite, la solución de cualquier problema, siempre partirá de que antes nos hayamos superado a nosotros mismos.
En la web de Yanko Design tenéis más ejemplos de innovación en diseño industrial, una buena inspiración para motivarnos a superar nuestros propios límites.