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El coaching está dando mucho que hablar. Actualmente el coaching está experimentando en España una especie de eclosión en la que está pasando de ser un método prácticamente desconocido a ser una novedad llamativa. Cada vez es más habitual encontrar referencias en los medios de comunicación sobre el coaching. De hecho, me resulta muy curioso que yo mismo, con menos de un año de experiencia aún, ya haya sido requerido para dar explicaciones en medios de la provincia de Sevilla, tanto escritos como audiovisuales. Hoy mismo lo comentaba con algunos compañeros de profesión, tras encontrarnos en una de las sesiones de mentoring organizadas por IEC/EFIC para sus alumnos de Andalucía, en la que hemos compartido experiencias y nos hemos entrenado mutuamente para perfeccionarnos profesionalmente. Los que ya nos hemos posicionado profesionalmente como coaches, los pocos que tenemos formación certificada, somos ya referentes de la profesión a nivel local. Algunos, como el caso de Pedro Marcos, fundador de EFIC y profesor de IEC, ya son referentes a nivel nacional, gracias, sobre todo, a su especialización en coaching taurino. Hoy mismo lo citaban en un artículo de El Mundo.

Y se va haciendo habitual que lo que hace un año y medio era prácticamente desconocido aparezca constantemente en medios, ya sea para dar claves para diferenciar a buenos y malos coaches, como este artículo de Expansión, para hablar del coaching como profesión, como en este programa de RTVE, o en forma de jornadas profesionales en Andalucía. El cine también se hace eco de la esencia de esta metodología, como se da en el caso de la película El Discurso del Rey, en la que se reflejan situaciones con las que muchos coaches podemos sentirnos identificados.

En esta situación, comprendo que la novedad es un factor con fecha de caducidad, y que lo que ahora es extraordinario dejará de ser noticia. Mis orígenes profesionales están en el marketing, y siempre he recomendado diferenciar bien las tendencias, que como las mareas son lentas pero imparables, de las modas, que como las olas, son más llamativas, pero superficiales y cortas. Los que nos hemos sumado a esta tendencia, queremos participar de la transformación que el coaching puede suponer para la mejora del desempeño profesional y del desarrollo personal, y confiamos en que su amplia difusión se fundamenta en la efectividad de un método que, evitando el análisis y el asesoramiento, se centra en potenciar los recuros del cliente para orientarlos a la acción y los resultados. Sin embargo, hay muchos que han visto en esta eclosión una ola en que intentan sufear para sacar algo de provecho en un mercado nuevo y aún poco definido.

Lo que algunos consideran intrusismo profesional, yo siempre lo he visto algo normal y natural. Es nuestra responsabilidad, como coaches, defender y consolidar nuestra profesión, basándonos sobre todo en el buen hacer. Para ello, espero poder seguir compartiendo momentos como los de hoy, experimentando y aprendiendo con mis compañeros, adquiriendo nuevos recursos y herramientas que ofrecer a mis clientes y profundizando en una vocación que ha encontrado en el coaching una forma perfecta de materializarse profesionalmente.