Hace un par de sábados estuve en el X Encuentro de Voluntariado de Proyecto Hombre Andalucía. Desde hace pocos meses colaboro en un programa de orientación laboral en Proyecto Hombre Sevilla, una ONG que ayuda a superar los problemas de adicciones a las drogas tanto a los toxicómanos como a sus familias. Mi colaboración es pequeña y se limita a la orientación profesional para aquellas personas que están en las últimas etapas del proceso terapéutico, pero me enorgullece forma parte de un proyecto que se demuestra cada vez más eficaz en la solución de una de las principales enfermedades sociales que nos afectan, más o menos directamente. Esta eficacia se debe a una metodología que se enfoca en el crecimiento personal y el aprendizaje, orientados a la formación de una persona autónoma que se relacione con la sociedad de forma proactiva y responsable.
En este Encuentro, tuve la oportunidad de asistir a una conferencia de Manuel Segura Morales, Doctor en Ciencias de la Educación con una amplia experiencia en el trabajo con delincuentes jóvenes residentes en centros de menores. La ponencia no tuvo desperdicio. Entre una multitud enorme de anécdotas con una clara intención didáctica, Manuel Segura fue levantando una teoría de la educación en valores morales impecable, que resumiré a continuación.
La educación, entendida como la formación de personas, de seres humanos que participen eficazmente en la sociedad, se basa en tres aspectos: aprender a pensar (en lo que se incluye aquello sobre lo que pensar, es decir, las matemáticas, la historia, los idiomas…), controlar las emociones (saber leer las emociones de los demás y saber escribir o expresar las propias) y el crecimiento moral. Los dos primeros aspectos son inútiles e incluso perjudiciales sin el tercero. En uno de los ejemplos comentaba que la formación en habilidades sociales para delincuentes produce delincuentes hábiles.
Los valores, según las teorías de Piaget y Kohlberg, se aprenden en distintas etapas. Citando un artículo de Manuel Segura de 2006:
«…sólo se puede hablar de conciencia moral cuando ésta es asumida voluntariamente y no obedece a imposiciones externas. Es decir, el crecimiento moral es un crecimiento progresivo en autonomía. Ese crecimiento se va haciendo por 6 etapas o estadios, que son universales para hombres y mujeres de todas las culturas.»
Estos seis estadios son:
1. Moral heterónoma: el niño pequeño no sabe lo que está bien ni mal y la moral le es impuesta desde fuera. Quienes no pasan de este nivel, de mayores son delincuentes, hacen lo que quieren hasta que alguien les pone límites.
2. Egoísmo mutuo: el niño, algo más grande, aprende a jugar con reglas, la reciprocidad absoluta es la norma principal. Son muchos los adultos los que se quedan en este nivel: si no me invita no le invito, a las buenas soy muy bueno pero a las malas…, arrieritos somos…
3. Expectativas interpersonales: el adolescente, con un enorme deseo de ser aceptado por el grupo, se anticipa a las normas. Pero se anteponen unos grupos frente a otros, los amigos respecto a la familia, por ejemplo, sin llegar a un equilibrio en la complejidad de las relaciones sociales.
4. Responsabilidad y compromiso: la madurez moral llega con la aceptación voluntaria de unas leyes y deberes para el mantenimiento de las estructuras sociales. En este estadio, el adulto comprende que todos tenemos deberes. Aquí se quedan la mayoría de las personas.
5. Derechos humanos: la madurez moral completa se alcanza cuando se reconoce que los derechos de vida y libertad son propios de toda persona y se actúa en consecuencia, haciendo todo lo que se pueda para ayudar a que así sea. Éste es el estadio moral en que una persona se compromete a cambiar el mundo.
6. Todos somos iguales: reconocernos a todos como iguales en el sentido de sentirnos hermanados con toda la humanidad, aplicando la «regla de oro», de forma que hagamos por toda persona lo que nos gustaría que hicieran por nosotros. Muy pocos han llegado a este estadio, algunos conocidos serían Gandhi, Teresa de Calcuta o Luther King, pero son más las persona anónimas que viven plenamente entregadas a hacer lo que pueden por ayudar a los demás.
Os dejo aquí un vídeo en el que explica esto mismo, aunque con algunos ejemplos y anécdotas menos de los que compartió con nosotros en la conferencia.
Fue una suerte poder asistir a la conferencia de este octagenario más lleno de entusiasmo y proyectos que muchos profesores con la mitad de años. Mi experiencia como voluntario en Proyecto Hombre está siendo muy positiva, y animo a cualquiera que quiera seguir creciendo moralmente a comprometerse en el cambio del mundo, en la medida de sus posibilidad.
Por último, felicitar a Proyecto Hombre Sevilla por su reconocimiento en los premios Protagonistas de ABC Radio.