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A veces sueñas demasiado,
tanto, que lo real no importa,
sientes que los dias te transportan
y te sientes solo, apagado,
como esta Ciudad maldita,
que te incita a suplicarle
a quienes más te quitan.

Mis lágrimas se han secado,
pagué por mis pecados
errados en el pasado.
Pero mírame, aquí sentado
tan endeble y vulnerable,
callado,
mientras dejo que el diablo me hable.

Me confunde,
su voz me aturde y me abandono.
Sólo si cierro mis ojos
veo este trono que merezco
pero no lo tengo.
Jamás pondré mi alma en venta,
prefiero ser feliz Don Nadie
a ser leyenda muerta.

Camino lento,
y no tan atento aunque lo intento,
no me mata el odio ni el lamento
sólo el tiempo que me arruga,
como a un papel inservible,
en mares de irreversibles males nado,
yo, el impasible.

Niño sensible,
el chico travieso y malo,
frágil carne y hueso moldeada al palo.
Pero vivo para contarlo y relatarlo,
y sé que es tan fácil morir
que tiemblo solo de pensarlo.

Pero que más da,
mejor nada que esta odisea,
y si existe un más allá
pues bienvenido sea.
Hoy estoy borroso
y el cristal no esta empañado.

Y es porque alguien se ha olvidado
del príncipe destronado,
que usa a muñecos rotos
y pinta sus sueños rotos
en un mundo roto,
quebrado por la angustia de otros.

Es la historia silenciosa
que a gritos fue castigada.
Hoy miro entre mis manos
y ¿qué encuentro? ¡Nada!

Todos tenemos una historia
que debe ser contada
y guardamos un secreto
del que nadie sabe nada.
Hablamos con la almohada
pero no responde.
La verdad está ahí fuera,
sí, pero se esconde.

Todos tenemos una historia
que debe ser contada
y guardamos un secreto
del que nadie sabe nada.
Hablamos con la almohada
pero no responde.
La verdad está ahí fuera,
sí, pero se esconde.

Interludio
de Ignacio Fornés («Nach»)

Hay días «especiales» en los que la reflexión se hace un hueco en nuestra apretada agenda con mucha más facilidad que de costumbre. Un ejemplo de ello es ese día del año en el que todas las experiencias, emociones y pensamientos que se van a acumulando en nuestro devenir toman la forma simbólica de un número, que se suma, de la fórma más insustancial con nuestra propia naturaleza, al cómputo de una vida. Durante todo un año, ese número nos etiqueta, nos clasifica, y categoriza nuestros recuerdos para cuando queramos rescatarlos del baúl de nuestro cerebro.

Pero, cada vez, esta fecha tiene menos sentido para mí. Cada vez, es menos relevante. Cada vez, estoy más convencido de la futilidad que tiene para comprenderse a uno mismo mirarse desde el prisma artificial del tiempo.

Sin embargo, cada año sucede. Y la fecha se repite. Y la reflexión encuentra su hueco con facilidad. Y este año, la fecha me ha alcanzado en pleno proceso de transición, de definición personal, de elección de caminos, de estrategia. Y también de revisión de mis errores, de redención por mis pecados y de aceptación de mis debilidades. Y «hoy estoy borroso».

Podría decir incluso que estoy lleno de melancolía. Y, para curarme, he aquí este ejercicio de excreción, de apertura de mis vísceras y de extracción de la «bilis negra», para que me sirva de tinta con la que escribir. Tal ver así, recupere el equilibrio entre mis «humores» y pueda mañana celebrar el regalo de haber vivido un años más. Triste quizá por terminar un año tan bueno como éste, pero esperanzado en que el que viene pueda ser mucho mejor.

A veces sueñas demasiado,tanto,
que lo real no importa,
sientes que los dias te transportan,
y te sientes solo,
apagado,
como esta ciudad maldita,
que te incita a suplicarles a quienes mas te quitan.
Mis lagrimas se han secado,
pagué por mis pecados herrados en el pasado pero mirame,
aqui sentado tan endeble y bulnerable,
callado mientras dejo que el diablo me hable.
Me confunde, su voz me aturde y me abandono,
solo si cierro mis ojos veo este trono
que merezco pero no lo tengo,
jamas pondre mi alma en venta,
prefiero ser feliz don nadie a ser leyenda muerta.
Camino lento,
y no tan atento aunque lo intento,
no me mata el odio ni el lamento solo el
tiempo que me arruga, como a un papel inservible,
en mares,
de irreversibles mares nado yo el impasible.
Niño sensible,
el chico travieso y malo,
fragil carne y hueso moldeada al palo,
pero vivo para contarlo y relatarlo,
y se que es tan facil morir que tiemblo solo de pensarlo.
Pero que mas da,
mejor nada que esta odisea, y si existe un mas ayá
pues bienvenido sea,
hoy estoy borroso y el cristal no esta empañado,
y es porque alguien se a olvidado del principe destronado,
que usa a muñecos rotos y pinta sus sueños rotos en un mundo roto,
quebrado por la angustia de otros.
Es la historia silenciosa que a gritos fue castigada,
hoy miro entre mis manos y ¿qué encuentro? Nada.
Todos tenemos una historia,
que debe ser contada y guardamos un secreto del
que nadie sabe nada,
hablamos con la almohada pero no responde,
la verdad está ahí fuera,
pero se esconde.
Todos tenemos una historia,
que debe ser contada y guardamos un secreto
del que nadie sabe nada,
hablamos con la almohada pero no responde,
la verdad está ahí fuera,
pero se esconde.