Ayer asistí a una conferencia sobre coaching, gestión de talento y productividad organizada por el Centro Europeo de Coaching Ejecutivo y el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales. En ella participaron Roberto Luna y Laura Miguel.
Fue una experiencia positiva e interesante y me permitió conocer otros puntos de vista sobre el coaching, aunque fueran en su mayor parte coincidentes con el mío.
Hoy quería traerme aquí una de las cuestiones que más me hizo pensar. La conferencia versaba sobre muchas premisas que comparto y defiendo. Pero hubo una que me chirrió mentalmente, y eso me hizo cuestionarme si me estaba formando una creencia demasiado rígida al respecto del aprendizaje.
La cuestión que me hizo moverme mentalmente fue que se aprende más del éxito que del error, expresada de forma más directa y enfática por Laura.
El reenfoque del error o fracaso en aprendizaje es muy útil para evitar la inmovilidad y generar opciones y planes de acción en menor tiempo, de ahí que sea una de las herramientas más recurrentes en cualquier proceso de coaching. De esto se deriva la premisa de que el fracaso como tal no existe, sino que es una más de las partes del aprendizaje, y una de las más importantes.
Sin embargo, ayer Laura cuestionaba esto al plantear que se puede aprender sobre el éxito sin necesidad de experimentar ningún error. Y que esta forma de aprendizaje es más positiva. Su planteamiento estaba centrado en el refuerzo positivo, de forma que el premio se convierte en el motor del aprendizaje, a diferencia de como sucede en la mayoría de los sistemas educativos actuales en los que la principal fuerza motriz es el castigo.
Pero algo no me cuadra. Repasando los fundamentos de mis creencias llego a la Ley del éxito, de las 22 leyes inmutables del marketing, del Ries y Trout. «El éxito suele llevar a la arrogancia y la arrogancia al fracaso.» ¿Es posible un aprendizaje en el que no se cometa ni un solo error, en el que no se experimente en ningún momento la sensación de fracaso, en que uno nunca tuviera que volver a levantarse después de haberse caído?
Yo creo que no. Si bien es cierto que, como planteaba Roberto, la formación permite crear un entorno de confianza y seguridad para que el aprendizaje (y las experiencias de fracaso) se den en una situación que no destruya la autoestima ni genere consecuencias irreparables.
Probablemente, el aprendizaje sea algo más grande que el fracaso y el éxito. Y la falacia de la que tal vez quisiera escapar Laura es la de que el fracaso es sinónimo de aprendizaje, y éste es utilizado como justificación para evitar asumir la responsabilidad sobre el error.
Sea como sea, de lo que se trata es de aprender. Y aunque sólo fuera por esta reflexión que hoy comparto aquí, creo que ayer valió la pena asistir a la conferencia. Desde aquí envío mi agradecimiento a los organizadores y ponentes.