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«Eppur si mouve»
Galileo Galilei

Y, sin embargo, aunque construyamos edificios que arañen las nubes, aunque las ciudades crezcan hasta puntos inimaginables hace tan sólo un siglo, aunque el ser humano quiera sentirse superior a la tierra sobre la que pisa, el mundo se sigue moviendo bajo nuestros pies.

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Hoy, ha sido un terremoto de enorme magnitud el que ha cambiado completamente la vida de millones de personas. Pero la vida sigue, y tras la negación y la resistencia a la realidad, llegará la aceptación de la nueva solución y la búsqueda de un nuevo futuro, distinto al que se imaginaba hasta ayer.

Todos los días ocurren terremotos, y no me refiero exclusivamente a movimientos tectónicos. Poco a poco, vamos construyendo los pilares que dan sentido a nuestra vida sobre un suelo que, de un día para otro, se mueve y cambia completamente. Y nuestro edificio de creencias, que daba sentido al mundo que conocíamos, resulta absurdamente inútil para una realidad diferente.

El suelo (la realidad) siempre estará bajo nosotros (en el exterior), y no tendremos más remedio que construir nuestros pilares (nuestras creencias del mundo) sobre él. Pero, ¿cómo son esos pilares? ¿Rígidos o flexibles? ¿Se resisten o se adaptan a los movimientos del suelo?

Hoy, millones de personas nos han enseñado la importancia de estar preparados para adaptarse a los cambios más rápidos y violentos.

Hoy, la Tierra nos ha enseñado que nuestra civilización no ha conseguido más que agarrarse torpemente a una insignificante corteza.

Hoy, es un día para aceptar nuestra insignificancia y debilidad, para despreciar las ficciones de poder y grandeza que pueden ser barridas por una ola.

La única grandeza que podremos hacer crecer es la que nos una y nos adapte al suelo que pisamos, para movernos con él. Porque, aunque queramos engañarnos con la ilusión de la estabilidad, la tierra, sin embargo, se sigue moviendo bajo nuestros pies.