Soy de los que opinan que las palabras, aún en nuestros días, siguen siendo la mejor forma de transportar nuestros pensamientos, de una mente a otra, en el espacio e incluso en el tiempo. Y sin embargo… ¡Qué difícil se me hace definir con palabras lo que el coaching significa para mí! Porque, que nadie se lleve a engaño, iluso sería de mi parte pretender sentar cátedra. Sólo aspiro, humildemente, a intentar abstraer la esencia del cúmulo de sensaciones, recuerdos, emociones, conocimientos y experiencias que tan vívidamente tengo asociados a este concepto. Y, siendo como soy más aficionado a la ciencia que al dogma, ofreceré aquí mi hipótesis para quien quiera ponerla a prueba.
El coaching es acompañar a una persona en un proceso en el que descubre su propia grandeza.
El coaching es acompañar. De hecho, la principal función que cumple un coach es estar, el coach crea el espacio y el tiempo necesarios para que esa persona pueda hacer algo que cada vez se hace más complicado: reflexionar. La reflexión es la clave, porque el coach, como si fuera un espejo, le ofrece al cliente un reflejo de sí mismo que difícilmente llegaría ver de otra forma. Del mismo modo que la Nuda Veritas de Klimt, el coach le devuelve al cliente su propia verdad al desnudo. Una verdad reveladora e incómoda, que ilumina y quema a la vez. Y es que el coaching es, ante todo, el negocio de la verdad. Por la reflexión aparecerá la verdad, y la verdad hará al cliente consciente, de sí mismo y de su cosmos (cada persona es el centro de su propio universo). La otra cara del acompañamiento es, valga la redundancia, la compañía. Aquí, la función que cumple el coach es ser, ser humano, y hacerle comprender al cliente que no está sólo, que hay alguien esperando su respuesta, y que es su habilidad para responder la que determinará su responsabilidad. Y de esta forma, la aparentemente simple compañía se convierte en el principal generador de conciencia y responsabilidad para el cliente, y estas serán sus dos herramientas más importantes para alcanzar cualquier objetivo que se proponga.
El coaching es un proceso. Y, como si fuera un viaje, se compone de etapas. Pero, al contrario de lo que pueda parecer, las etapas no son las sesiones en las que el coach y el cliente se reunen. El viajar se hace entre una sesión y otra, en ese periodo entre sesiones en que el cliente sigue viviendo, pensando, sintiendo, haciendo… La sesión es ese momento en el que el viajero se detiene, mira hacia el horizonte, saca el mapa y la brújula y comprueba si está en el camino que le lleva a su meta. Mi metáfora favorita del coaching tiene mucho que ver con este viaje. El coach es un coche, una herramienta que el cliente usa para llegar de forma más fácil y rápida a su destino. Es el cliente el que decide dónde quiere ir, el que decide qué carretera coger, el que decide qué salida tomar. Y, la verdad, es que el coche no le llevará a ningún sitio al que él no pudiera llegar por sí mismo, a pie. Y como coche, cuando termine el viaje, se dejará aparcado. Porque, como proceso, el coaching será un medio, no un fin, para que el cliente alcance sus objetivos.
El coaching es descubrir la grandeza. Porque el origen de un proceso de coaching puede estar motivado por una enorme cantidad de objetivos diferentes. ¿Cuál es el tuyo? ¡Ese también! Cualquier objetivo, cualquier meta que el cliente se proponga, si no encuentra por sí mismo la forma de alcanzarlo, puede motivar el inicio de un proceso. Pero todo objetivo, tanto si proviene del ámbito profesional como personal, tanto si implica a todo un equipo de trabajo como a una persona en su relación consigo misma, puede hacerse más fácil de conseguir de la misma forma: decubriendo la grandeza del cliente. Descubrir lo cubierto, lo oculto bajo creencias limitadoras, emociones negativas o hábitos nocivos. Los diferentes objetivos que pueden motivar el inicio de un proceso no son sino las pistas que nos indican dónde está nuestro camino en la vida, diferente para cada persona. Los rodeos, los desvíos y los atajos que nos apartan de nuestro camino nos empequeñecen. La grandeza es estar en el camino que nos lleva a nuestros objetivos. Cuando una persona se libera de los lastres, de lo que le limita, cuando de forma consciente y responsable decide quién quiere ser, se produce el crecimiento personal al que hago referencia con la grandeza.
Ésta es mi hipótesis sobre el significado del coaching. Y, sin embargo… ¡Parece imposible transmitir con palabras lo que se percibe en la expresión de un cliente cuando está experimentando el crecimiento más inesperado, el descubrimiento de sus verdades más ocultas, la emoción íntima que se comparte con una persona cuya vida está cambiando para siempre! Parece indescriptible, inenarrable, inefable… Será materia para la poesía… Pero eso será otro día.
Bienvenidos a mi blog, a mi pensamiento y a mi vida.
Para todos vosotros, mis primeros lectores, para mi gente buena 😉 para mis amigos, quería dedicaros este primer post. Vosotros sabéis porqué este día es tan especial. Espero poder seguir compartiendo con todos vosotros el resto de mi vida. Muchas gracias a todos por todas esas sensaciones, recuerdos, emociones conocimientos y experiencias sobre los que escribía. Muchas gracias por ser tan maravillosas personas y tan excelentes compañeros.
Hola José,
¡Encantada de leerte! Paso a incluir un enlace de tu blog en nuestro blog de IEC y en la página web.
¡Un abrazo! y enhorabuena por el post
José, te felicito por tu blog , por tus reflexiones y por compartir con nosotros tus descubrimientos en el camino del Coaching .
Seguimos a la espera ese encuentro!
Abrazos
Me ha gustado mucho también 🙂
Gracias!!
A*