Hoy estoy dedicado principalmente a crear orden. Tanto con los papeles y libros que se acumulaban a mi alrededor, como con los documentos y archivos digitales, que al ejemplo de este anuncio taiwanés, indicaban claramente que era el momento de tomarse un descanso.
En ocasiones, hay que armarse de valor y coraje para aparcar las creencias que restan importancia al saludable trabajo de afilar la sierra. Nuestro entorno y, sobre todo, nosotros mismos, damos más importancia a aquellos trabajos que tienen una relación más directa con la generación de ingresos, hasta el punto de que si estamos adecentando nuestro entorno de trabajo o reparándonos a nosotros mismos, se generan sentimientos de culpabilidad.
Sin embargo, nada puede haber más contrario a la generación de resultados con eficacia que el mantenimiento de un caos que no hace más que crecer en torno a ti. Llegado el momento dónde el caos se vuelve apocalíptico, el orden se convierte en un acto creativo a modo de génesis del cosmos. Como tantas veces oí decir a mi profesor Adrián Huici, en su origen etimológico, el cosmos significa orden bello, de ahí la cosmética.
Poner orden, dentro y fuera. Pero no confundir el orden con el control, sino más bien con la eliminación de lo superfluo o lo innecesario y con la creación de un entorno que nos ayude a conseguir nuestros objetivos. Posiblemente, en el principio fue el orden, y luego vino todo lo demás.